Para Alfonso del Alamo. Atlántica 9: Blanca Clarisa (foto: copia de pintura de Roberto Barberena de la Rocha)

Blanca Clarisa dijo que sí, que había querido herirle en lo más hondo pero que…, por supuesto, que nunca jamás hubiera llegado al final, -!ni loca!-, que porqué no hablamos, que somos personas mayores, que todos cometemos errores en esta vida, que nadie es perfecto, que lo importante era corregirlos y avanzar, que la vida era un aprendizaje, que si él era perfecto acaso, que mi amor esto, que amorcito lo otro, que mentira, que no era así, no exactamente así, y si era así, qué importancia tenía, y que si la tuviera, acaso, si se atrevería él a tirar la primera piedra y Miguel pensó que mejor reconocerse como centro del problema, lo siento, no me encuentro bien, no es nada en particular, simplemente no quiero seguir, no estoy preparado, lo siento, mientras Blaca Clarisa despliega la maquinaria de la comprensión infinita, el apoyo incondicional, el cariño, el afecto, materno si quieres, y las caricias, una, una sólo y estás perdido, piensa él, se advierte a sí mismo y ¿qué hacer, como resistirse? Acabarás en la cama, de todas formas, puedes apostar, donde la pericia del amor se abrirá en su abanico más amplio y perfecto, pero una nueva trampa se habrá tejido, dulce, puedes perder el tiempo diciendo eso de que que ya lo hemos intentado y que no funciona, pero te dirán que eres negativo o aún cobarde, como quieres que funcione si dices mil veces que no va a funcionar, qué hora es, hasta las nueve ella tiene tiempo, todo el tiempo, y son, no llegan, las siete y media, hora y media, noventa minutos, cinco mil cuatrocientos segundos, Numancia, no mi amor, no te levantes, se vuelve a sentar ahora sobre tus piernas, cosquillas en el abdomen, ruge la máquina del amor en sus movimientos últimos, casi violentos, se escuchan ayes y gemidos, quizá por última vez, los de él miran al techo, los ojos de ella a los de él, en qué piensas, hubiera preguntado en otra ocasión, se levanta para ir al baño, ya van a ser las nueve y es domingo, ¿el domingo es el primero o el último de los días de la semana? Ella podría defender cualquiera de los dos argumentos, como el mejor abogado.
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